Vinos con estrella
Los vinos también son víctimas de los movimientos astrales que determinan el ritmo, el desarrollo de su atmósfera, sus bases vegetativas. En este fin de otoño han brillado las estrellas Michelin iluminando el panorama gastronómico nacional, pero para el resto de los mortales, el verdadero festón son las fechas navideñas. En el Cristianismo, Jesús representa la luz en uno de los días más oscuros del año, la noche del 24 de diciembre. Las cepas se representaban en las tumbas faraónicas como imagen del renacimiento. La viña nace y muere cada año y su cliclo y consumo es marcado por el calendario de las festividades religiosas. Precisamente su primer y último milagro tenían que ver con el vino. De las Bodas de Canaan debemos imitar el buen hacer del anfitrión: después de haber acabado todos los vinos, sirve el que pasó de agua a vino. En boca de los invitados es el mejor y elogian la casa por haber dejado el mejor mosto para el final. Hay muchos que descuidan la parte final de las comidas, sobretodo el maridaje de los postres. Y es tan fácil como la frase de los presocráticos “lo semejante ama a lo semejante”. Lo dulce requiere un dulce y no tiene que ser una mala bebida. Podemos empezar ya con estos dulces naturales con azúcar residual con los pedro ximénez, los moscatos o los cavas dulces. ¿No os habéis fijado que en las bodas ya nadie puede acabarse la copa de brut nature? No es solo porque están hartos, es porque no pega con la torta. Esto podría ser una regla de oro en las cenas de navidad. No dejéis los malos vinos para el final. Pensad en el trago del franciscano, que según esta costumbre, lo más exquisito es dejarse un poco de vino para el final, para tener el mejor post-gusto. Empezad bien y acabad mejor seáis católicos o no. Sobre todo si se trata del fin de año. ¿Empezamos con un cava gran reserva y acabamos dando la bienvenida al nuevo año con un dulce? ¡Con los turrones irá genial! ¡Felices fiestas!