Pasará volando
Nos gustaría poder proteger a las personas que queremos de todo. Que ningún peldaño fuera lo bastante alto. Que nadie les hiciera un feo. Que no tuvieran dificultades. Pero las mejores lecciones se aprenden a base de errores y tampoco les podemos privar de la capacidad de madurar. ¿Pero para qué madurar si nunca estás preparado cuando lo tienes que estar? ¿Cómo hacer que el vino siempre esté perfectamente acunado para que pueda desarrollarse en la botella? Lo que me nutre me destruye dice el tatuaje de un amigo. Y supongo que es algo así. Como el estrés que nos da vidilla y que nos la quita. Nos ayuda a estar en alarma, en tensión, alerta por el posible ataque. Es una reacción natural del cuerpo humano cuando se siente atacado. ¿Pero que pasa cuando ese estrés es inmune a cualquier relajación? Tal vez el mundo se aliena contra nosotros para hacernos jugar a una carrera de baches. Sé que todo depende de las gafas con las que miras la vida pero algunas veces se te caen al suelo y está el “acusica” que te las quiere romper. Respirar con el estómago dicen que es bueno. Para mesurar los inmensurables imprevistos cada vez que cojo un avión (un par mínimo por semana) necesito muchos suspiros. Recuerda todo lo que te has sacado en el security teniendo el DNI y la tarjeta de embarque en la boca y con una maleta de diez quilos cuando más de tres ya lo pesan el ordenador y los libros. Me encantaría embarcar para no sufrir si mi maleta entrará y saldrá con facilidad de las mesuras que marcan en la puerta de embarque pero es que si no la tengo a mano no llego a tiempo a la reunión. Y al final lo más grave resulta lo más esencial, como los implacables horarios, los inamovibles días y los billetes no reembolsables. Suerte que en el vino esa rigidez se diluye en matices de la mejor pócima para el corazón que se vuelve pequeño de tanto amar. Estoy tan acostumbrada a mirar lejos que ya no veo lo que tengo delante de mis narices. Y esto que soy miope. Leo con mis lentes de contacto un libro para controlar la ansiedad pero me lo olvido en algún lavabo del aeropuerto. Últimamente tengo la cabeza en otro sitio que no es el mío, tal vez el suyo, o tal vez lo he dejado en algún taxi. Intento recuperar un zapato que perdí en algún hotel de cuya ubicación no consigo acordarme. Por suerte, como si fuéramos pulgarcitos, utilizamos velas en vez de pan y nos vamos marcando a modo de pista de aterrizaje el camino de vuelta a casa. Aunque no sabemos en que punto del planeta está, fijaremos nuestra residencia en la cama del otro, sea en la ciudad que sea. Nuestra caracola es el carrito que arrastramos por las terminales donde nos gustaría llevar las muestras de nuestro vino al que no podemos proteger de las jugarretas del TCA, de la gente que no tiene gusto y de las personas que aprovechan la mezquindad de la masa para ser deshumanizarse y regirse a unas reglas inamovibles. Menos cuando es el avión el que tiene restraso que no se puede rechistar. Si no puedes con tu enemigo únete a él, y llega tres horas antes y tráete dos botellas por lo que pueda pasar. Para no olvidarte ninguna llave del coche de alquiler, para no perder el billete del tren o para poder buscar con calma el tiquet del parking. Por suerte ya hace tiempo que mi oficina se ubica entre las cafeterías, mesas plegables y autocares para hacer que las distancias las mida en palabras. Amo los aviones que nos acercan y odio los que nos alejan, pero sé que como las olas, necesitamos ese aire entre mareas. Todo sea por continuar trabajando en Barcelona con mis clases en el Celler de Gelida y mis colaboraciones en los medios (este año en directo en “Divendres” de tv3; en “Via Lluire” de RAC1 y la segunda temporada de “Vins a Vins” http://www.xtvl.tv/programes/vinsavins/) y en Italia, escribiendo mis artículos (en El Magazine de La Vanguardia,en Vinos y Restaurantes, Il Sommelier, en Mercados del vino y la distribución y en Código Único), elaborando mis siguientes libros,. Proyectos de estudiar en Londres y de aprender a hacer vino en Podere San Cristoforo IGT Maremma Toscana y sobretodo haciendo crecer nuestro amor, aunque sea época de poda y que una semana más estemos en diferentes continentes. Lo importante es que estamos en el mismo hemisferio mental y todo lo demás, pasará volando.
5 Comentarios
ESTHER
Gracias! Me ha encantado.
Joan Gómez Pallarès
D’això se’n diu amor, oi?
Petonàs,
Joan
Meri
Sí!!! Ja tenim data i com no a la Tosca, entre vinyes:)
Carlos
Me ha encantado: tan personal, tan íntimo, tan ligero y tan profundo a la vez. La vida…ah, la vida….
Meri
Sí, sí, estar enamorada es muy guay sobre todo si eres correspondida:)