Newsletter Podere San Cristoforo
Naranja que se desdibuja en el rojo, como la puesta de sol. Este es el color del albaricoque recogido al lado de la viña.
Lo observo entre los dedos, tiene muchas imperfecciones, pequeños puntos leñosos. No es lisa como los albaricoques que se venden.
Pero resulta muy dulce y gustoso, no obstante la deformidad de la naturaleza, esa que no queremos aceptar en nuestras mesas.
Vivimos en un mundo imperfecto. Cometemos errores hasta cuando medimos una largada: podrá ser imprecisa para algunos fines. Pero extrañamente los números nos tranquilizan siempre, sobre ellos se basan las matemáticas. Lo saben bien los gurús del marketing: amamos reducir la complejidad y la unicidad de los objetos y de las personas asignándoles valores numéricos. Aunque en si mismos esconden un tipo de subjetividad. No podemos negar que de los errores han dependido algunas de los descubrimientos más importantes del hombre y, no menos digno de ser notable, nuestro crecimiento personal. Nosotros siempre rechazamos los errores con aspereza. Por un lado porque la imprecisión nos complica la vida genera otros errores, se difunde con efecto dominó, y para ponerle remedio debemos recorrer las fichas con rapidez para evitar un mayor número de consecuencias. ¡Cuánta energía viene gastada para reparar un despiste! Conviene siempre dedicar un poco más de tiempo a cualquier recurso de la organización y de la verificación de los detalles: ¡son siempre tan importantes!
Pero son las consecuencias de una cierta gravedad que conducen al mejoramiento, porque si no se tiende a minimizar los errores, y se crean muchas ineficiencias que a la larga serán habituales, muy dañosas si se convierten después en culturales.
El error hace parte de la vida, llega a ser importante saberlo gestionar junto a nuestros miedos con coraje y equilibrio. De pequeños no podíamos defendernos, expuestos a mil peligros, nos sentíamos invencibles como superhéroes, con pocos miedos y con un vago concepto de lo que era justo y lo que era equivocado. Después la sociedad, por su estabilidad, nos ha fornido de un código complejo de reglas que nos ha hecho volver miedosos, retrasando nuestras etapas vitales, inhibiendo a veces nuestros sueños. Instrucciones de comportamiento, que si os habéis dado cuenta, no son universales; y que para comunicar los valores que hacen crecer bien, lo mejor es el ejemplo.
A veces “equivocado” es también solo aquello que no va según nuestros planes. Caos y orden se mezclan en el remolino de la vida. Toda nuestra existencia es un continuo recalibrar el punto de mira, para dar en el clavo.
Doy las gracias cada día no solo por mis victorias, sino por todo lo que me llevará a ganar. Poder jugar al juego de la vida, en el respeto de los demás, persiguiendo nuestros sueños con una sonrisa, con un lloro o con lo que a uno le importa.
Podere San Cristoforo tiene el honor de haber recibido, aún una vez más, óptimas valoraciones de parte de Antonio Galloni en el número 201- July 2012 The Wine Advocate de Robert Parker.