Este vino asalmonado con irisaciones naranja se diseña con las notas de bollería que han pintado su estancia sobre lías finas. Como una sonrisa sonrosada las frutas ácidas y cítricas, eminentemente frescas, se diluyen con el protagonismo del melocotón y la piña en sazón. El arte de esta querida tradicional familiar y amigable bodega de la Rioja Alta trabaja como una paisajista en sus viñedos. Retratando cada añada con la unicidad de un autoretrato. Este 2014 las lluvias y las altas temperaturas han procreado las uvas del Valle del Río Oja-Tirón y del Valle de Najerilla y el equipo profesional ha garantizado su calidad seleccionando sus uvas. Gracias al cultivo en la zona contraria al sol, preserva los aromas juveniles; justo lo contrario de lo que buscan en los tintos, ejercicio que requiere una gran interpretación del territorio. Luminoso y versátil, este rosado de nueva generación, está desdibujado por la trilogía de la garnacha (60%), de la viura (30%) y del tempranillo (10%). Doce horas de maceración con las pieles de la uva y veinticinco días de fermentación en barrica donde descansa los dos meses posteriores.
Comparar un rosado con una puesta de sol es cursi, pero tomarlo a esa ideal hora es cool: más aún ahora que aún es verano. Suavemente equilibrado muestra su excelente acidez perfectamente integrada en un conjunto sin aristas. Porque el cielo y el mar se tiñen de rosáceo inundando un aterciopelado postgusto. Un vino con una gran paleta de colores gustativos y que os llenará del candor y la sensualidad del rosa a modo de cromoterapia .
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