Mis estrellas Michelin
Le dije a Carme Ruscalleda que yo también sentía lo que era tener tres estrellas Michelin aunque no supiera cocinar. Estuve en el momento (un dels “ Moments” que recordaré de per vida) en que Raül Balam se enteraba que ya tenía una de esas que brillan en las noches despejadas. Gritamos, cantamos, nos emocionamos y miramos al cielo. Pero donde estaba la estrella Michelin del Moments era en la Sala del Hotel Mandarín Oriental.
La cocina tiene la supervisión de la mujer con más energía, sabiduría e ilusión (a parte de ser la mujer que luce más estrellas Michelin del mundo), a su hijo y a un excelente equipo de gente preparada y de los que tienen ganas de aprender. Y la sala, brilla, brilla. Reluciente el trabajo de Jordi Ciuraneta, jefe de sala que domina los tempos, las palabras y el ritmo para hacer que la orquesta del restaurante del Passeig de Gracia se convierta en un sinfonía gastronómica que hace sonar al corazón y a la serenidad.
Judith Cercòs, una de las sumilleres con más experiencia en deslumbrar a los comensales con sus propuestas, es la soprano que hace vibrar las copos. Las estrellas sólo se ven cuando las noches son serenas, cuando no hay tempestades y todo suena como tiene que sonar. Y para noche despajada, la de otro amigo, Ramon Freixa en Madrid, que me presentó mi Presume de Vinos en 7 días en la librería A Punto al día siguiente de ser condecorado con la segunda estrella. Admiro a Carme Ruscalleda tanto como profesional como por ser una magnífica, exquisita, potente, afrutada y auténtica persona y aunque nunca tendré sus seis estrellas Michelin, puedo intuir lo que es que una guía te juzgue con la máxima puntuación. Yo sumando la de mis amigos soy triestellada y emocionadísima por la noticia, orgullosa de su trabajo y hambrienta de verlos triunfar aún más.
¡Moltes felicitats, guapus, us ho merexeu!