Inmigrante
Estoy acostumbrada a vivir fuera de casa. He estudiado en Bordeaux, Florencia, en París y San Francisco. Pero siempre volvía a Barcelona y todo tenía un sentido. Ahora vuelvo a mi ciudad para trabajar pero se podría decir que vivo en otro país. Mi Italia, la que he estudiado mi erasmus, la patria de mi marido y el lugar más maravilloso para vivir. Pero en el pueblo en el que vivo no soy de allí. La gente no me conoce, ni me reconoce por lo que soy. Sólo soy la mujer de alguien. Ni se preguntan de donde vengo ni si hago algo. El otro día me preguntaron si era la nueva mujer de la limpieza rusa del pueblo. Es que para ir a la biblioteca no me arreglo tanto, pero tampoco tan poco. Una gran lección de humildad para mi ego y aún tanto trabajo me queda para hacerme mi parcela allí. Espero que, como las variedades foráneas yo también me pueda aclimatar a este nuevo terroir y me consideren por mis frutos.