EL COMERCIO DEL VINO COMO UN REFLEJO DE LA POLÍTICA DE HOY
La generación del «baby boom» (nacida inmediatamente después de la II Guerra Mundial), que ha llegado ya a los años en que se alcanza los mayores ingresos, es en buena medida la responsable del aumento de ventas de vinos de calidad a lo largo de la pasada década, según los expertos. En el año 2000, por ejemplo, mientras las ventas de vino en general aumentaban un modesto 2,7%, las de vinos de más de 15 dólares (3.000 pesetas), crecían un considerable 18,4%, según Motto Kryla Fisher.
Constellation Brands Inc., cuya facturación neta correspondiente al primer trimestre aumentó un 33%, debido en buena parte a las grandes ventas de su división de vinos de calidad, espera que las ventas de vinos de precio superior a 12 dólares por botella crezcan cerca de un 20% para el conjunto de año, si bien estima que las ventas de vinos de precio por debajo de los 10 dólares serán como las del año pasado o muy poco por encima. «Se trata de tendencias que ya se han experimentado y que se ven muy poco afectadas por las condiciones económicas», dice Richard Sands, consejero delegado de Fairport, la rama neoyorquina de Constellation Brands.
Liberalización del vino europeo
Con Miguel A. Torres, el más conocido internacionalmente de los productores españoles, en cabeza del coro de propuestas y protestas, varios personajes importantes del mundo del vino clamaron hace pocos días en Burdeos por una radical liberalización de las reglas de elaboración del vino en Europa. Afirman que con las restricciones actuales sólo gana la mediocridad impulsada desde muchas Denominaciones de Origen, y eso deja campo libre a los buenos elaboradores del Nuevo Mundo, que se están quedando paulatinamente con los grandes mercados. Francia y otros países de la Unión Europea, como España, están maniatados por los reglamentos de las DO entronizados por la UE, mientras que el Nuevo Mundo se adapta a la globalización: así resumía decanter.com la interesante sesión de trabajo con debate -sin duda la más importante organizada durante Vinexpo- bajo el título: ‘Marcas, vino y suelo: una respuesta a la crisis de la viticultura’. Significativamente, el tema inicial era la crisis de la sobreproducción de vino en todo el mundo, pero en cuanto se pasó a hablar de lo que significan los reglamentos de las DO, se pasó a discutir la situación -que es de clara caída- de la calidad del vino en Francia…
Miguel Torres colocó claro el listón de su propuesta: pide una armonización global, que permita a los productores de Europa acogerse a las mismas reglas que los del Nuevo Mundo -es decir, a muchas menos reglas- para poder competir en igualdad de condiciones con éstos. Tanto Hancock como John Grant, el nuevo director de marketing de Kendall-Jackson -una de las mayores empresas de vino californianas-, reconocen que la libertad de comercio al estilo del Nuevo Mundo le vendría «de maravilla» a Europa.
Y, mientras tanto, sólo la lista y flexible Italia mantiene su crecimiento en los mercados mundiales: Francia y España, con una imagen de calidad muy deteriorada (salvo en ciertas marcas, ¡siempre las marcas!), pierden cuota sin cesar.
BOICOTEO A LOS VINOS FRANCESES EN ESTADOS UNIDOS
La amenaza norteamericana de boicotear los vinos y las aguas minerales francesas, una idea avanzada en la Cámara de Representantes, no preocupaba, en un principio, demasiado a los profesionales franceses del sector, que consideraban que tales medidas eran improbables y casi siempre ineficaces. Hacer pagar a los productos franceses la posición de París sobre Irak. Esa es la idea que flota desde hace tiempo en los ambientas políticos de Washington. Tanto es así que el presidente republicano de la Cámara de los representantes, Dennis Hastert, llego a reclamar un proyecto de ley en este sentido. Francia exporta vino a Estados Unidos por un valor de 1.500 millones de euros al año, según las cifras de la Aduanas francesas. Un momento que aumentará en el balance de 2002, dado que, durante los 11 primeros meses de dicho año, ya se alcanzaron los 1720 millones de euros, frente a los 1645 millones en todos el año 2001.
“En 2001, Francia exportó a todo el mundo vino y licores por un valor de 7.5 mil millones de euros, es decir más de dos mil millones de botellas”, explica Louis-Régis Affre, delegado general de la Federación de exportadores de vinos y licores. Alrededor de un 20% del total se exporta a Estados Unidos. Según Affre, las amenazas de sanciones americanas son sólo “reacciones apasionadas y provocadoras, declaraciones intempestivas y políticas sin demasiada importancia”. Y añade: “El universo del comercio no funciona con mecanismos tan simples y, a menudo, este tipo de amenazas se muestran ineficaces y no consiguen los efectos esperados”.
Por ejemplo, en Washington, el senador Hastert sugirió la idea de imponer “una etiqueta de color naranja vivo” a las botellas de vino francés añadiendo en una nota que “podría haber sido clarificado con polvo de sangre de buey”.”Todo eso es inútil y, a la vez, técnicamente imposible”, asegura Affree, matizando que aludida práctica de clarificación del vino está prohibida en La Unión Europea desde 1998 a causa de la enfermedad de las vacas locas. Independientemente de los avatares sociales y políticos, las relaciones comerciales entre Francia y Estados Unidos siempre han sido muy fluida” concluye Affre, que se muestra menos preocupado por eso que por “la situación internacional y la ralentización económica”.
Los profesionales del vino francés son especialmente sensibles a los hipos del mercado norteamericano, que representaba en 2002 cerca de 150 millones de botellas por un valor de 938 millones de euros. Un estudio de Wine Market Report, muestra una caída de las ventas del vino francés de un 15,9% durante las cuatro semanas de marzo, en relación con el mismo período de 2002, aunque estos datos tendrían que tener en cuenta el aumento de la cotización del euro. Un reciente sondeo realizado por Fleishman-Hillard y Wirthin Worldwide muestra que el 64% de los norteamericanos tiene una «apreciación menos favorable» de las empresas francesas desde el comienzo de la guerra. El 46% de las personas encuestadas se proclama dispuesta a reemplazar los productos franceses por productos de «otras latitudes». «Estamos ante una reacción emocional e individual del norteamericano medio», confirma un empresario francés que trabaja en la decoración de interiores en Nueva York. Estima que ha perdido un 30% de su facturación con sus distribuidores habituales, que rechazan la porcelana o las lámparas. Antes de la guerra, los gestos de descontento eran más bien aislados. Tal o cual tienda de vinos decidía, por ejemplo, vaciar sus botellas de champaña francés en la acera…Pero, con el comienzo de la ofensiva, el boicot subió de tono. En el sitio web de Newsmax, un servicio de información dirigido por un antiguo periodista del ‘New York Post’, se lanzó una campaña oficial de boicot a los productos franceses pero también a las compañías francesas implantadas en Estados Unidos, desde Air France a Air liquide, pasando por Rowenta. La llamada fue inmediatamente retomada por diversos medios de comunicación, entre ellos la inevitable Fox News. Y algunos representantes en el Congreso anunciaron públicamente proyectos de ley para organizar el boicot. Los profesionales franceses, actualmente, están alarmados ante la caída de las exportaciones de vinos a Estados Unidos desde comienzos de año y que ha proseguido este verano. El sector vitivinícola espera con inquietud los resultados de las próximas ventas de Beaujolais (primer vino del año francés) que comienzan el próximo 20 de noviembre. «Tenemos que rescatar créditos, anulados por el Gobierno, para una amplia operación de promoción en los mercados extranjeros, sobre todo en Estados Unidos», declara Denis Verdier, presidente de Onivins (Oficina nacional interprefesional de los vinos). La caída de las ventas en Estados Unidos es grave, a pesar de que los resultados del primer semestre (454 millones de euros, es decir un aumento del 7,2% en relación con los 6 primeros meses de 2002, según el Centro francés de comercio exterior) se camuflan con el resultado excepcional de los ‘grands crus’ 2000 de Burdeos. En los meses de julio y agosto del pasado año, la disminución, en relación con el verano de 2002, es de un 10 a un 12%, a causa de la bajada del dólar en relación con el euro y a las consecuencias de la guerra de Irak, explica a la agencia AFP Jean-Michel Bossé, director asociado a la Sopexa (Sociedad para la expansión de ventas de productos agrícolas y alimentarios). El «desamor» de los americanos hacia los vinos franceses es tanto más importante cuando el consumo de esta bebida -en contra de ciertas previsiones pesimistas- sigue gozando de una gran popularidad, con un crecimiento de entre un 4 y un 5% anual, gracias al sector de los «consumidores habituales» (al menos una vez por semana), que pasó del 12 al 30% de la población total en unos cuantos años.
El presidente de Monsieur Touton Selection envió una carta a Jean-Marc de la Sablière, el representante permanente de Francia en la ONU. Su empresa, instalada en Nueva York desde hace más de 20 años, vende vinos a numerosos comerciantes de la costa este americana. En la carta del 2003, Guillaume Touton dice, entre otras cosas: «Hace exactamente un mes que comenzó en Estados Unidos la campaña antifrancesa (…) Puedo, pues, hacer un primer balance de este mes de marzo. Hemos perdido más de 500.000 dólares de ventas de vinos franceses, unas 6.000 cajas de diferentes denominaciones controladas (…). Durante el transcurso del mes, el boicot se ha ido agravando más y más cada semana en relación con la precedente. ¿A dónde vamos a llegar?». Sin embargo, aunque es posible que el boicot no haya llegado a los consumidores, la industria de catering . Louis-Régis Affre, de la federación francesa de exportadores de bebidas alcohólicas y vinos, declara: «Lo que tememos, y lo que de hecho tiene ya un efecto directo, no es el boicot de los consumidores sino de los distribuidores en un mercado sometido a una fuerte competencia». Otro comerciantes, como el barón Philippe de Rothschild, consideran que la situación es «delicada». El ‘négociant’ Ginestet, mientras tanto, declaró haber observado «un claro descenso en el número de botellas de vino francés en los estantes de las tiendas». La carta del empresario traduce toda la inquietud de las empresas francesas establecidas en Estados Unidos o que importan productos franceses. Las llamadas al boicot de Francia se multiplican, a causa de la postura antibélica de París. Las consecuencias comienzan a dejarse sentir. Guillaume Touton habla de una pérdida de facturación de un 10% durante el mes de marzo, mientras otros evocan descensos de hasta el 30% relacionados con la creciente francofobia. La situación es especialmente grave para Borgoña. Según Aduanas, a finales del mes de julio, las exportaciones de vinos de esta región hacia Estados Unidos caían un 35% en volumen y un 40% en valor. Los ‘négociants’ borgoñones salen mejor parados, ya que registraban, a finales de agosto, una bajada de sólo un 14% en volumen y un 9%.Para poner coto a esta tendencia, Onivins, que dentro de dos semanas publicará sus cifras para los ocho primeros meses de 2003 en vez de esperar al tradicional balance del año 2003, aprobó por votación un presupuesto de 800.000 euros para operaciones de promoción y marketing en EEUU. La primera de estas operaciones, organizada por Sopexa, se abrirá en el Museo Corcoran de Washington el 24 de octubre y reunirá a mil importantes personalidades de la capital federal, y concluirá con la participación en el salón profesional Vinexpo de Chicago en el mes de junio de 2004. Rich Cartiere, director y editor de ‘Wine Market Report’, con sede en Calistoga (California), dice que los minoristas y dueños de restaurantes intentan no tener muchos vinos franceses en su oferta, porque temen que los consumidores busquen alternativas. «No sé muy bien qué alcance tiene esto, pero desde luego, ocurre», comentó Cartiere en relación con el descenso que han experimentado los vinos franceses en las cajas registradoras estadounidenses. Según él, en lo tocante al volumen, las ventas de vino francés en los restaurantes estadounidenses descendieron un 15,5% durante el primer trimestre del año, en comparación con el año pasado. Esto contrasta con las ventas de vino español, que aumentaron un 20,5% respecto al primer semestre.
En opinión de Cartiere, el derrumbamiento de los vinos franceses también es prueba del éxito que están teniendo los elaboradores rivales a la hora de adaptarse al gusto estadounidense. «Los importadores españoles y australianos son los más directos a la hora de decir a los distribuidores que constituyen la mejor alternativa al vino francés». También se cree que no se trata tanto de que los consumidores hayan dejado de comprar, sino que los propietarios de restaurantes y tiendas no quieren dar la impresión de que están apoyando los vinos franceses. Resultado: botellas confinadas en el fondo de las estanterías, lejos de la vista de los potenciales compradores, para no desencadenar la ira de los clientes muy indignados con los «Frenchies».
La eficacia de los llamamientos al boicot parece más fuerte en los Estados del centro y del sur. Lo peor sucede en Florida, en Virginia y en el sur, supongo que porque, en esos Estados, la gente apoya más activamente a los republicanos.
¿Qué pasará ahora con los vinos españoles?
Hacía un par de meses, antes del cambio de gobierno y el deseo de retirar las tropas de Irak, los bodegueros españoles brindaban por el mercado estadounidense, donde el boicot de los consumidores contra los vinos franceses contribuía a aumentar las ventas de otros caldos de importación. El Gobierno español contrató en ‘The Wall Street Journal’ un espacio publicitario en el que se describe a España -que, a diferencia de Francia, apoyó la guerra emprendida por EEUU contra Irak- como «un amigo europeo» que, además, comercializa buen vino. «En España, la gastronomía es una cuestión de cultura y amistad», dice el anuncio. «Por eso deseamos compartir con ustedes algunos de nuestros vinos de más calidad, que se encuentran entre los mejores del mundo». En opinión de los observadores del sector, este anuncio encaja con una tendencia actual de los consumidores estadounidenses, que se están apartando del vino francés. Cuando uno de los participantes en el foro sobre vinos en Internet más concurrido del mundo, el de Robert Parker, introdujo una pregunta sobre si se producirá un boicot del vino español tras la retirada de las tropas de Irak, la discusión pronto degeneró políticamente, varias personas se mostraron a favor y el moderador, Mark Squires, acabó borrando un intercambio que no respondía a la prohibición expresa de mensajes políticos. Cuando la crítica gastronómica del ‘Detroit Free Press’ pidió que se boicotease el vino español, su columna contenía ciertas dosis de ironía. Pero cuando numerosos distribuidores de vino español en Estados Unidos cancelan en el último minuto un viaje de trabajo a España, es que el problema es real.