Blanc Subur 2009
La malvasía de Sitges está dentro del arca alimentaria de Slow Food por su genuidad. Uva predilecta de papas y reyes y se extendió por todo el Mare Nostrum cosechando vinos dulces, deliciosos, exquisitos y autóctonos que difieren de la denominada subirat parent o de la malvasía riojana. Es una variedad que el legado Llopis ha salvado de la extinción. El diplomático Manuel Llopis cedió sus viñedos a la Fundación Hospital Sant Joan Baptista, para defenderla de la especulación inmobiliaria. Por ello, medio siglo más tarde aún la fundación envía dos cajas de malvasía a la familia para demostrar que se respeta el testamento. Y la fundación del hospital de Sitges ha emparrado diversos compromisos con los productores vitivinícolas para poder elaborar más botellas de la mítica malvasía dulce, la seca (sorprendente para un aperitivo), el vino blanco seco del que hablamos y en breve hasta un espumoso. Noé, fue el primer personaje bíblico que se embriaga, sin querer, con la fermentación espontánea de las uvas. El enólogo Josep Pascual sabe como fermentar el mosto lentamente durante treinta días en acero inoxidable para dar un vino joven y jovial para consumir en el año. El aroma del vino es una cesta de fruta (mango, papaya, plátano verde, pera, albaricoque) adornada con flores (camamilla, flor de almendro) que son la ofrenda para agradecer a la Tierra Madre su inmensa diversidad. Y el gusto, untuoso y amable, como una gota de calma después del diluvio universal.