Una colleja al machismo en el mundo del vino
Artículo de Meritxell Falgueras publicado en el blog Tinta de Calamar (Cadena SER)
El último programa de Top Chef ha sido el primero que he visto. Pero conozco a Begoña. Hace dos años estuve haciendo una cata en Valencia y acabé en su restaurante, La Salita. Me quedé impresionada. Después, haciendo zapping, la veo y la reconozco en sus platos. Sigo la final en Twitter y, antes de que se proclame vencedora, Susi Díaz, miembro del jurado, le da la enhorabuena por llegar siendo mujer… porque cuesta más.
En la entrevista de El Almacén Paula Vázquez hace hincapié en lo injusta que es la cocina con las mujeres pero leo en el móvil: “Qué cansino, el tema de ser mujer y lo difícil que es”. Lo ha escrito un hombre, claro, y yo, que cuando me preguntan por lo de ser mujer en un mundo de hombres, como lo es el de la sumillería, normalmente intento quitarle hierro al asunto, me reboto.
Siempre digo que cada vez somos más chicas las que nos dedicamos a esto, que las mujeres tenemos mejor olfato y mayor capacidad para relacionar las sensaciones con palabras, y que en la profesión tenemos grandes compañeros… Pero ayer me cabreé con el comentario.
Porque es verdad: normalmente los podios son para hombres y, muchas veces, cuando preguntan por el sumiller y te presentas tú, aún hay quien pide que venga el jefe. ¿Que es cansino el tema de que gane una mujer y se valore más su trabajo? Lo cansino es que cuando vas a una cena se comente más tu vestido que tu profesión. Pero si vas fea, también te critican por tu peso, por tus pelos o porque vas dejada.
¿Cuántas mujeres han llegado a la élite de la gastronomía? ¡Muchas! Una de ellas es Carme Ruscalleda, quien tiene una familia que le apoya pero a la que nadie le ha preguntado por el precio. Y Chicote asegura que hay muchas más pero no da nombres. ¡Claro que las hay! Mi abuela y mi madre, como muchas otras amas de casa, han hecho posible que sus maridos y sus hijos tengan más tiempo y energía para triunfar en la vida. ¿Cómo lo han hecho? ¡Cocinando!
Recuerdo todos los comentarios machistas que he tenido que aguantar y también las copas que no he podido tomarme porque ciertas cenas que acababan en sitios impropios para una señorita. Si tonteas, eres simpática, pero si marcas distancias con los que han bebido demasiado, eres una creída.
Recuerdo las veces que he trabajado gratis porque “a la niña le hace ilusión escribir o hablar en público” y también las veces que no me han dejado entrar en catas importantes. Tengo en mente a unos cuantos peces gordos del sector a los que se les va la mano pero no se les puede condenar porque, si hablan, no volverás a salir en esa guía o a servir una copa de vino. Y si has llegado a donde estás es por ser una hija de papá o porque te has tirado a alguien. ¿Por méritos propios? Improbable.
He visto a hombres menos preparados en sitios de poder pero nadie ha hecho ningún comentario sexual al respeto. Sí hay, sin embargo, muchas mujeres que triunfan en las gastronomía (o en su profesión, sea cual sea), la mayoría sin hijos o, al menos, con pocos. También hay excepciones, por suerte.
Begoña Rodrigo recordó lo importante que son para ella su compañero y su familia. Cuánto la habían ayudado… Pero en la mesa de las 24 estrellas Michelin, el jurado de lujo de la final Top Chef, solo había una mujer.
A veces hablo del tema con colegas de profesión y todas creemos que, por encima del trabajo, lo más importante es la familia. Fantaseamos con dejar de trabajar 14 horas diarias para poder cocinar un día con calma para nuestro novio y/o para alimentar a nuestros hijos. Pero después, por obsesión, por vocación, por convicción, por orgullo o por necesidades económicas, seguimos igual y acabamos sintiéndonos tremendamente culpables por ello. Ganar un programa de televisión está chupado en comparación con la lucha diaria. Sí, es cansino el tema de la mujer… pero es así. ¡Y eso sí que cansa!
* Imagen: Flickr – Steven Depolo / cortesía de Top Chef
